Buenas!

Estoy atacada de los nervios. La vida se me echa encima, y tengo que salir de mi habitual despiste y empanada mental para enfrentarme a la dura realidad... A pesar de mi carrera, mis cursos, mi disposición a aprender cualquier cosa y a irme a cualquier lugar, no consigo una sola oferta de trabajo.

Tendré que poner en práctica el "PLAN B": Escribir una novela cursilona para vender en los quioscos.

Hablando en serio, estos son los dos libros que han fallecido entre mis manos:



- Tokyo Blues, de Harumi Murakami: Uno de los libros que más curiosidad me despertaron el año pasado, y que por fin he disfrutado. El protagonista/narrador, Toru Watanabe, recuerda a través de una canción de los Beatles (Norweggian Wood) la relación tumultuosa y triste que mantuvo con Naoko, una chica frágil y depresiva. Watanabe es el tipo de protagonista varón que se limita a ser pasivo, a observar lo que ocurre y disfrutar lo que le viene, sin tomar una decisión firme. Sobre el estilo narrativo, es una novela preciosista, que presta atención especial a las descripciones. Aunque la acción se desarrolla en el Tokyo de los 60, en mi cabeza los personajes eran más cercanos, y la ciudad podía ser cualquiera. ¿Quién no se ha enamorado de alguien que no solo no le ha correspondido, sino que además tampoco se quiere a sí mismo?

- Viajes con Herodoto de Ryszard Kapuscinski: Un libro de viajes, o una biografía, o un homenaje a Heródoto; o simplemente un libro de ensayos cuanto menos que curioso. Muy jovencito, al periodista polaco Kapuscinski le envían a la India. Entre el equipaje, lleva con él la obra de Heródoto, "Los nueve libros de la historia". A través de las lecturas de este libro y la observación de la realidad de cada país que visita (La India, China, Egipto...), Kapuscinski reflexiona sobre el ser humano, sus contradicciones y sus luchas continuas. Recomendado a todos esos culos inquietos que no paran de moverse por el mundo.

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Título: Alucinando en Colorines.

Extraído de una conversación a la salida del museo Thyssen:

- Estamos tan emborrachadas visualmente que no podemos ni hablar. Yo tengo en la cabeza colores que esta mañana no sabía que existían.

- Es que esta mañana estabas dormida.

(Conversación captada a dos mujeres de mediana edad, saliendo del Thyssen. Interpretaciones, todas las que queráis)


Cosillas que detesto:

1. Las mudanzas.
2. La gente que grita sin motivo.
3. Los cotillas.
4. Los programas del corazón.
5. El olor a sudor.
6. Las noches en vela.
7. Los garbanzos.
8. Los chistes sexistas.
9. Las novelas pseudohistóricas-pseudopolicíacas-pseudonovelas.
10. Determinados actores como Tom Cruise, Jim Carrey y Mel Gibson.
11. Determinadas actrices, como Gwyneth Paltrow, Juliane Moore, Cameron Díaz...
12. La ropa incómoda.
13. Los que maltratan a cualquier ser vivo.
14. Las obras en Madrid.
15. El calor/frío excesivo.

...

Son tantas las cosas que una puede detestar en esta vida, que podría continuar y continuar. Pero no voy a dejarme vencer por el pesimismo. En los últimos días, he disfrutado de algunas cosillas, y no me quejo:

- La película Salvador: Muy bonita, emotiva y dura como un mazazo. Sospecho que en los Goya arrasará, sobre todo en la categoría de interpretaciones. Daniel Brühl, Tristán Ulloa, Leonardo Sbaraglia, Leonor Walting son cabeza del cartel, pero en los personajes "secundarios" tenemos a otros actores y actrices que hacen muy creíbles las reacciones y las situaciones. Un aplauso de una espectadora conmovida.

*Suspiro* Este niño tiene una mirada... que ya, ya...


- La librería del Ocho y Medio

- La Noche en Blanco en Madrid: Interesante proyecto, parecida a la Noche de los libros. Cines, librerías, galerías de arte, museos, etc... abiertos hasta las 3 o cuatro de la mañana del sábado 23 de Septiembre. Se trata de una iniciativa europea que se lleva a cabo en otras ciudades como Roma, París, Riga y Bruselas.

En fin, si estáis en Madrid podréis gozar de esto, y si no... Seguro que en todas las ciudades hay algo para divertirse, ya sea más botellones en el Elefante Azul, o un bonito paseo bajo el huracán Gordon.


¡Hola, amables lectores de Estados Hipnagógicos!

Me presento: Soy una moneda tailandesa, de nombre 10 bath. Convertida a euros, cuesto unos 24 céntimos.

Yo no creía en esa historia que decía que todos tenemos un doble en alguna parte. Es más, era una moneda práctica, que iba y venía entre pagodas, templos y pequeños comercios. Un día, inevitablemente, acabé en el bolsillo de un turista. Entonces, no sabía muchos idiomas, así que no puedo decir si era alemán, suizo, griego o calabazón; solo sé que, después de viajar metida en el bolsillo maloliente de sus pantalones a rayas, acabé en el viejo continente: Europa.

"Guau, que suerte" pensé. Claro, una había escuchado que París es la capital de la moda, que Londres de la música y Madrid... bueno, capital de algo que no me acuerdo... El caso es que pensé que mi nuevo dueño me enseñaría con orgullo, y tenía la esperanza de conocer más monedas, e incluso me permití soñar con ser una preciosa pieza en la colección de un numismático.

Sin embargo, empecé un periplo por las máquinas tragaperras. Salía de una, para meterme en otra, así constantemente. Los europeos me confundían con las monedas de dos euros, mi hermana gemela según todo el mundo. (Yo soy más bonita, con el grabado de una pagoda).

Por fortuna, soy una moneda resuelta y optimista que sabe ver el lado positivo de todo: en mi periplo por Europa, he aprendido cuatro idiomas (alemán, francés, portugués y más recientemente, español), he viajado por estos países, he visto nuevos paisajes, e incluso una vez rodé un poco por una acera hasta acabar a los pies de un nuevo dueño. En fin, aburrirme no me he aburrido.

Llegué a España en el bolsillo de otro turista. Me usó para pagar un taxi en el Reina Sofía, y luego, aterricé en las manos de otra clienta. Era una tipa rara, con un flequillo que le cubría la mitad de los ojos (menos mal que lleva gafas, sino, estaría cegata perdida), y aire de que aún estaba durmiendo aunque fueran las siete de la tarde. "Anda, joder, me han colado una de esas monedas tailandesas" exclamó al verme.

"Métela en una máquina de refrescos" comentó su amiga, pragmática.

Ya no pude seguir la conversación, pues mi nueva dueña me deslizó dentro de un bolso enorme de color verde manzana. Allí, emparedada por un libro, un mp3 y un folleto, aguardé el momento de salir y continuar mi viaje. ¿Dónde podría acabar esta vez? ¿En un bar, de propina para un camarero, en una librería o tienda de ropa? Mi dueña me sacó del bolso esta mañana, me miró con ojo crítico y comentó: "Mierda de mundo, en el que una moneda viaja más que una persona".

Acto seguido, me ha intercambiado por un café y un bollo. Escribo esto en el cajetín de la máquina, rodeada de monedas de 20 y 50 céntimos. ¿Volveré a ver mundo? ¿Continuarán mis aventuras? ¿O languideceré aquí?

Podría ser peor... podría ser como esa moneda de 50 céntimos a la que alguien ha pintarrujeado las palabras "ZP NO" con un rotulador rojo.

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Al margen de mis paranoias e idas de olla, esta semana ha venido marcada por los descubrimientos de las tiendas raras de Madrid:

- Un centro de depilación ultrarápida: Una auténtica sala de tortura medieval, oscura, poco iluminada y nada cómoda. Pero eso sí, muy barata.

- Futonía: Una tienda de futones (las camas de los japoneses, que se enrollan), tatamis, etc...

- Una tienda de regalos muy curiosos... Entre ellos, un dragon de papel que se monta y se desmonta y una colección de cámaras de fotos antiguas. (Creo que me voy a pillar el espejo retrovisor para el ordenador, por esto de que tengo la sensación de que me espían... Paranoica).

Ala, os dejo también con la recomendación de la semana: El weblog de TerminAitor, autor de dos series de comics divertidísimas: Area 66 y Freaks.

Para que luego digan que los jóvenes no tenemos imaginación y que no sabemos poner soluciones a los problemas de la vida...

¿Qué llueve y no se puede hacer botellón al aire libre? Pues nada más sencillo que acudir a un Elefante Azul, ya sabéis... Una de esas franquicias creadas para lavar el coche, ahorrando agua, con poco dinero, y con una manguera capaz de catapultarte... no al éxito, sino al otro lado de la pared.


Dos individuas tratando de limpiar sus conciencias (mamá, no mires)

(Hum... necesito cortarme el flequillo...)

Reflexiones aparte, debo aclarar que, a pesar de que nos reunimos allí una treintena de jóvenes de Senolaf City, fuimos educados y respetuosos con el espacio. Al echarnos la policía, todas las bolsas de plástico y botellas acabaron en sus respectivos contenedores.


Y como chicos/as educados/as que somos, nadie cambió de aceite.

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Yo, personalmente, prefiero los túneles de lavado de todo la vida... Recurso tanto en películas de risa como de terror, el recuerdo de las mopas de color rojo y azul está tan arraigado en mi familia como el pantano de Orellana, los paseos en la Dehesa y las mega-fiestas de cumpleaños. Mi padre dedicaba un domingo a lavar la furgoneta, gran compañera de viajes, con toda la chiquillería dentro.

Tenía un texto sobre ese recuerdo... pero no lo encuentro. Otro día lo pongo, ¿vale?

p.d: Post dedicado a PKS (fotógrafa oficial de Estados Hipnagógicos), la nueva Barbie Camarera (más conocida como Laurea), y también a DestinoKioto (que cumplía años... ¿cuántos? Una dama no revela su edad)

11:54 a. m.

Mi última adquisición de friki-otaku: el primer artbook de Nana.



En mi etapa "Necesito encontrar mi nido", vi tantas cosas y leí tantos anuncios sobre pisos y demás, que aún a día de hoy sigo buscando, de forma inconsciente, apartamentos a buen precio. Antes, cuando babeaba ante un escaparate era normalmente por culpa de unos zapatos de Jocomomola, un vestido de Valentino, las novedades de otoño en el FNAC o un mueble antiguo de madera. Ahora, babeo también ante las ofertas inmobiliarias.

No porque desee mudarme o cambiar de aires... Es más bien un tic que tengo: si estoy buscando algo, cuando ya lo obtengo, sigo buscando, como el corredor de fondo que, tras pasar la meta, sigue y sigue corriendo. (Sí, el conejito de las pilas Duracell).

Toda esta reflexión viene a cuento del proyecto fotográfico de Michael Wolf, llamado "100 x 100". Muestra a través de 100 fotografías los pisos de la gente que vive en los viejos edificios de Hong Kong con ayuda del gobierno. Aquí, los jóvenes luchamos por las viviendas de protección oficial y se quejan porque solo tienen dos dormitorios... cuando hay gente que vive en una habitación y se las ve medianamente felices.

http://www.photomichaelwolf.com/100x100/


p.d: Bueno, yo vivo en una habitación y soy bastante feliz.