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Hubo un tiempo, lector hipnagógico, que cuando leías un libro de ilustraciones a veces te perdías en los recovecos del dibujo, y que cada vez que lo mirabas, descubrías un detalle nuevo. Un personaje oculto en la maleza, un insecto, una hoja de papel con algo escrito en una esquina... De tal forma que podías leer una y mil veces el libro, que siempre había algo nuevo. El auténtico libro de arena, que retenemos en la memoria para toda la vida.

Detesto profundamente el discurso de "cuando éramos pequeños, esto o eso era mejor" o "los niños de ahora no van a tener lo que nosotros tuvimos". Pues, aunque no me gusta el discurso, esta vez tengo que reconocer que con "The Secret of Kells" he podido disfrutar de una película "para niños" como la habría disfrutado si hubiera tenido seis años otra vez. Igual me pasa con las películas de Miyazaki. Será porque no hay canciones, no hay gritos, no hay un personaje que hace los chistes ni otro que es más chulo que un ocho. La historia es sencilla, y la forma de contarla, como si estuvieras abriendo un libro y pasando las páginas, hace que vuelvas a la infancia, a esos libros de ilustraciones con un breve texto en una esquina.

La historia... En Irlanda, en una villa llamada Kells, hay un abad que vive obsesionado con construir una gran muralla alrededor de la aldea, y proteger así a sus moradores de la amenaza vikinga. Su sobrino, Brendan, no tiene el mismo interés en la muralla como lo tiene en la imaginería. Un personaje aparece en Kells, portando un libro fabuloso dictado por una especie de santo legendario, y este personaje adiestra en secreto a Brendan para que sea él quién termine el libro. Para conseguir ingredientes para la tinta de colores, Brendan se adentra por primera vez fuera de la muralla y conoce el bosque que le rodea, y al ser místico que lo protege, Aisling.

El libro de Kells existe, y la historia que aparece en la película es en parte cierta. (OJO: Spoiler, aunque no revelo nada importante en la trama). En su origen, el libro de Kells tenía unas tapas de oro y joyas. El interior están las miniaturas más bellas creadas en la Edad Media. En un momento determinado de la historia, el libro fue robado, y luego hallado sin las tapas, pero con las imágenes intactas. Actualmente, se puede contemplar en el Trinity College (Dublín, Irlanda).

Si tenéis oportunidad, estimados hipnagógicos, intentad ir a ver esta película, aunque en Madrid solo la echan en dos cines.