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Y ya, por fin, la última etapa del viaje.
Tras pasar una noche de las que llaman "toledanas" en el tren, llegamos a El Cairo. Al grito de "civilización" y "ducha", aparecimos en el piso de nuestra particular Bastet. Emplearé una de las frases de mi madre para definir lo que hicimos a continuación: "cogernos de las orejas y meternos en agua caliente". Algunas de nuestras ropas siguieron el mismo camino, esta vez al tambor de la lavadora. Nos dimos un buen desayuno, momento relax, ropa limpia, charla agradable... Un placer, Sus.
El plan del día era descansar todo lo posible para que a la noche estuviéramos en condiciones de celebrar la "fiesta de expratiados". Por eso, alquilamos una faluca y comimos navegando por el Nilo. Un poco más tarde, fuimos a visitar la Ciudad de los Muertos. Se trata de un barrio de El Cairo, antiguo cementerio, que está ocupado por familias, que viven entre las tumbas. Para rematar la visita por la ciudad, subimos a un mirador para contemplar... la contaminación y el atardecer, con nuestros vasos de té de hibisco.
Y por la noche, fiesta... Contaría más de ella, pero creo que bebí demasiado...
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Su nombre en árabe es Abu el-Hol, "padre del terror".
A todo esto, alguien avispado dirá: "Esta tía fue a Egipto... ¡y aún no ha visto una pirámide!". A la mañana siguiente, nuestro último día de visita turística, nos acercamos a Gizeh, para ver la esfinge y las tres pirámides. Llevábamos una resaca monumental, nunca mejor dicho. Nuestro cuerpo ya estaba en las últimas, pero reuní fuerzas para cumplir uno de los sueños más raros que tengo: estar en el interior de una pirámide. Subí a la de Keops: una estrecha rampa de dos por dos, apenas iluminada, húmeda; seguida de otra rampa aún más empinada, para llegar a una sala negra donde había... nada. Pero la experiencia valió la pena: Sudé la resaca.
Ya a la vuelta, me tropecé con la esfinge. Más pequeña de lo que se podría pensar, y encima el rostro está cada vez más carcomido por la enfermedad de la piedra.Por recomendación de H. Blonde, visitamos también Saqqara, donde se encuentra la pirámide más antigua de Egipto, llamada también "la pirámide roja" o "escalonada". La mandó construir un faraón llamado Zoser, y su arquitecto fue Imhotep, un caso raro de personaje histórico real convertido en divinidad. Egipto inspira a mis películas de aventura favoritas, jejeje...
Blonde también insistió en que visitarármos la tumba de Ty. Fue el arquitecto de la pirámide de Keops, y su tumba estaba decorada con todo tipo de grabados donde mostraba como sus sirvientes preparaban un banquete: pescando en el Nilo, esquivando cocodrilos, recogiendo frutas, sacrificando vacas... La precisión y belleza de los grabados fueron las imágenes que me acompañaron hasta el avión.
Así que adiós, Egipto.
El próximo año... Si todo sale bien, Japón, China o Grecia.
Adiós, Nilo dorado...
Copyright de las fotos, de Marta.