¡Hola, amables lectores de Estados Hipnagógicos!

Me presento: Soy una moneda tailandesa, de nombre 10 bath. Convertida a euros, cuesto unos 24 céntimos.

Yo no creía en esa historia que decía que todos tenemos un doble en alguna parte. Es más, era una moneda práctica, que iba y venía entre pagodas, templos y pequeños comercios. Un día, inevitablemente, acabé en el bolsillo de un turista. Entonces, no sabía muchos idiomas, así que no puedo decir si era alemán, suizo, griego o calabazón; solo sé que, después de viajar metida en el bolsillo maloliente de sus pantalones a rayas, acabé en el viejo continente: Europa.

"Guau, que suerte" pensé. Claro, una había escuchado que París es la capital de la moda, que Londres de la música y Madrid... bueno, capital de algo que no me acuerdo... El caso es que pensé que mi nuevo dueño me enseñaría con orgullo, y tenía la esperanza de conocer más monedas, e incluso me permití soñar con ser una preciosa pieza en la colección de un numismático.

Sin embargo, empecé un periplo por las máquinas tragaperras. Salía de una, para meterme en otra, así constantemente. Los europeos me confundían con las monedas de dos euros, mi hermana gemela según todo el mundo. (Yo soy más bonita, con el grabado de una pagoda).

Por fortuna, soy una moneda resuelta y optimista que sabe ver el lado positivo de todo: en mi periplo por Europa, he aprendido cuatro idiomas (alemán, francés, portugués y más recientemente, español), he viajado por estos países, he visto nuevos paisajes, e incluso una vez rodé un poco por una acera hasta acabar a los pies de un nuevo dueño. En fin, aburrirme no me he aburrido.

Llegué a España en el bolsillo de otro turista. Me usó para pagar un taxi en el Reina Sofía, y luego, aterricé en las manos de otra clienta. Era una tipa rara, con un flequillo que le cubría la mitad de los ojos (menos mal que lleva gafas, sino, estaría cegata perdida), y aire de que aún estaba durmiendo aunque fueran las siete de la tarde. "Anda, joder, me han colado una de esas monedas tailandesas" exclamó al verme.

"Métela en una máquina de refrescos" comentó su amiga, pragmática.

Ya no pude seguir la conversación, pues mi nueva dueña me deslizó dentro de un bolso enorme de color verde manzana. Allí, emparedada por un libro, un mp3 y un folleto, aguardé el momento de salir y continuar mi viaje. ¿Dónde podría acabar esta vez? ¿En un bar, de propina para un camarero, en una librería o tienda de ropa? Mi dueña me sacó del bolso esta mañana, me miró con ojo crítico y comentó: "Mierda de mundo, en el que una moneda viaja más que una persona".

Acto seguido, me ha intercambiado por un café y un bollo. Escribo esto en el cajetín de la máquina, rodeada de monedas de 20 y 50 céntimos. ¿Volveré a ver mundo? ¿Continuarán mis aventuras? ¿O languideceré aquí?

Podría ser peor... podría ser como esa moneda de 50 céntimos a la que alguien ha pintarrujeado las palabras "ZP NO" con un rotulador rojo.

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Al margen de mis paranoias e idas de olla, esta semana ha venido marcada por los descubrimientos de las tiendas raras de Madrid:

- Un centro de depilación ultrarápida: Una auténtica sala de tortura medieval, oscura, poco iluminada y nada cómoda. Pero eso sí, muy barata.

- Futonía: Una tienda de futones (las camas de los japoneses, que se enrollan), tatamis, etc...

- Una tienda de regalos muy curiosos... Entre ellos, un dragon de papel que se monta y se desmonta y una colección de cámaras de fotos antiguas. (Creo que me voy a pillar el espejo retrovisor para el ordenador, por esto de que tengo la sensación de que me espían... Paranoica).

Ala, os dejo también con la recomendación de la semana: El weblog de TerminAitor, autor de dos series de comics divertidísimas: Area 66 y Freaks.

4 Responses to "Historia de una moneda de Tailandia"

  1. Anónimo Says:

    Me uno a la reflexión de la poseedora del bolso verde manzana. Una vez tuve la misma dosis de realidad con unos exámenes de un profesor mio, resulta que se los llevó de vacaciones para corregirlos y OH!!!! justo a la vuelta le perdieron la maleta. ( CON LOS EXÁMENES) Tardamos casi un mes en saber quiénes habíamos suspendido o aprobado, durante ese mes la maleta se paseó por Europa, y gracias al servicio de atención al cliente de la compañia aérea el profe nos tenía al tanto de las aventuras de nuestros exámenes. Nota: Yo había aprobado.

  2. Anónimo Says:

    por cierto muy bueno, me he reido mucho ¿ quién dijo que no tenía dotes para la comedia???

  3. Nai Says:

    Jaja, pero no has acabado la historia! Te queda la segunda parte. "... una vez que la moneda Tailandesa descansó de sus últimos periplos madrileños en una máquina de refrescos del quinto piso (vaya a saber de qué empresa), la moneda de 50 centimos marcada con la insignia "ZP NO" en rojo, salió al cambio, a la luz, ansiosa de ver mundo, preocupada por no suscitar emociones encontradas a causa de su estigma... pobre moneda marcada para siempre.

  4. Anónimo Says:

    ¿Conoces coco-mat?
    Esta empresa griega tiene una sede en la calle San Bernardo de Madrid. Pásate, no te defraudará.
    http://www.coco-mat.com

    Un saludo

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